Cualquier comentario parece superfluo. Primero se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas, hasta que el cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
Aunque hoy en día ya no sean instrumentos de la pena capital, los
aplastacabezas todavía se usan para interrogatorios. El casquete y la barra
inferior actuales están recubiertos de material blando para no dejar marcas
sobre la víctima.