No se necesitan
comentarios para describir estos artilugios, que parecen más armas de guerra que
instrumentos de tortura; sin embargo, látigos más o menos similares pero en gran
variedad –con 2, 3 y hasta 8 cadenas, provistas de muchas “estrellas”, o bien
hojas de acero cortantes– se usaban, y en cierta medida aún se usan, para
flagelar el cuerpo humano.
En esta fotografía se incluyen: un látigo de cadenas formadas por eslabones planos y ovales, afilados como cuchillas en forma de hojas; otro de cadena doble con cuatro pesadas “estrellas” de hierro en la punta; y un fragmento de un látigo del siglo XIV, denominado “corona de espinas”.
La tortura moderna en su mayor parte necesita métodos que no dejen marcas sobre la víctima, por razones propagandísticas. Sin embargo los métodos medievales duros, sangrientos, lacerantes, todavía encuentran amplia aceptación, sobre todo cuando se trata de ejecuciones más que interrogatorios.