Los orígenes de su denomimación son inciertos, puesto que no se conocen
las circunstancias del martirio de San Erasmo/Eramo/Elmo en el 303 d.C.;
probablemente se trata de una alusión al “fuego de Santelmo”, espectacular
fenómeno electromagnético que parece revestir de fuego y centellas los palos de
los veleros en ciertas condiciones atmosféricas. El uso y los efectos de este
artefacto son evidentes y no necesitan comentarios.