Ya frías o ya
incandescentes, las cuatro puntas desgarraban hasta convertir en masas informes
los senos de incontables mujeres condenadas por herejía, blasfemia, adulterio y
muchos otros “actos libidinosos”, aborto provocado, magia blanca erótica y otros
delitos. En varios lugares en diferentes épocas –en determinadas regiones de
Francias y Alemania hasta el siglo XVIII– un “mordisco” con dientes al rojo vivo
se aplicaba a uno de los pechos de las madres solteras, a menudo mientras sus
criaturas se contorsionaban en el suelo salpicadas por la sangre materna.
Además de la función punitiva, el desgarramiento de senos servía como
procedimiento inquisitorial y judicial.